El joven Andrés Camacaro, un programador de 26 años, lleva varios meses meditando si debería invertir los ahorros de su vida en un Toyota Corolla del año 93 con equipo de sonido, luces de neón y una calcomanía de “capacidad máxima: 4 malcriadas” en la parte trasera, o comprar el 50% de las acciones de la empresa de tecnología Apple.