El diputado del Parlatino por el partido Acción Democrática (AD), Henry Ramos Allup, finalmente se deslindó de los “homéricos disparates” que día a día pronuncia su “tolondra y aturdida” lengua.

Allup -ahora mudo- reconoció a través de un traductor simultáneo que desde hace algunos años su lengua y él no comparten los mismos criterios, a lo que su musculatura lenguar respondió: “Pero bueno Henry, ¿Te vas a poner trigliperipucico? Me vas a decir que después de tantos lustros y riñas en el regazo de la válvula política gorilónica venezolana te vas a cuadrar con los lechuguinos, petimetres, maripositas, fuxibertos del oposicionismo contumaz y permilácteo”.

“La política suele hacer extraños compañeros de catre. Yo dormí desde chiquitico en la boca impúdica y libidinosa de Henry, desde los tres años estoy sacando brozas de sus cavidades dentífricas, a los doce encabecé la revuelta escolar contra los cíclopes mequetrefes que querían obligarnos a estudiar matemáticas, pero yo los vencí con mis feroces y encumbrados discursos inmaturos” dijo la lengua al tiempo que lamía el micrófono de Globovisión.

Un tieso y nimio Allup permaneció en silencio mientras su lengua escupía una sarta de denuncias inconexas. “Hoy Henry y yo compartimos propósitos, no ideales ni visiones. Por ejemplo: compartimos el gusto por el dulce de carambola, pero no compartimos la misma afición por la escabrosa tortilla española que prepara su doña matrona, así que la relación se ha tornado forzada y bachacosa”. Finalizó la lengua, segundos antes de introducirse en un vaso de Glenfiddich Single Malt Scotch Whisky.