Silla del Alcalde Mayor extraña a Barreto
El día de ayer, recibimos la visita, en la redacción del Chigüire Bipolar, de la silla de la Alcaldía Mayor, que contó en exclusiva sus sentimientos sobre la situación política actual.
Su entrada a la redacción causó un inmediato revuelo, que se incrementó apenas abrió la boca: “Extraño mucho a Juan” afirmó. “Desde que se fue, la alcaldía no es la misma” suspiró. “Ledezma tiene el culo huesudo y además se pone esos bluejeans con botones metálicos en los bolsillos, lo que me daña la tapicería; en cambio Juan me trataba con respeto y suavidad”.
Ni siquiera los rigores propios de la vida de una silla de oficina hicieron que el amor que sentía por el exalcalde Barreto disminuyera. “Sí, en ocasiones me pegó algún moco por debajo” confesó ruborizada, mientras se tumbaba sobre el suelo para corroborar la versión.
Pero la simbiosis entre la silla y el exalcalde no llega allí: “Llegamos a un nivel de compenetración tan fantástico que llegué a reconocer al humor que Juan tenía por la forma en que se sentaba. Generalmente se sentaba de medio lado, con estilo; pero cuando lo atacaba la prensa, se dejaba caer con violencia. En cambio, cuando compró los dirigibles, se sentaba con delicadeza, y recostaba el bastón suavemente en el posabrazo. ¡Ah, que días tan buenos! Ledezma, no. Él se sienta todos los días igual, con una pierna doblada bajo el cuerpo, como los niños o los enfermos de hemorroides. Ledezma carece por completo del encanto que tenia Juan. Y ya que de confesiones se trata, déjame decirte algo: Juan descubrió partes de mí que ni yo sabía que existían. El día que descubrió la palanquita que le permitía reclinar el respaldo, fue la gloria absoluta. ¡La gloria, chamo!”
La silla lamentó que la reelección indefinida surgiera luego que Barreto entregara el poder. “Si eso lo hubieran puesto antes, yo hubiera votado para que Juan se quedara toda la vida conmigo. Ahora se fue, y lo único que no le perdono es que hayan desmantelado las oficinas de la alcaldía metropolitana y no me haya llevado con él. Sin embargo, no pierdo la esperanza. Sólo espero sobrevivir a Ledezma y sus bolsillos con pinchitos” dijo para despedirse, con lágrimas en los ojos.
EC.