El Venezolano que no se arregló
El día de los inocentes, el Chigüire se pone serio:
Si hay algo que hemos pasado los venezolanos en los últimos años, ha sido roncha. En eso este socialismo bananero sui géneris que tenemos sí ha sido un socialismo real: nos dio roncha pura y dura para todos. Del más pobre al más rico, todos hemos soltado sonoros coños de la madre cuando se nos ha ido repentinamente la luz, cuando te encontraste en una cola para comprar un pollo, cuando toca reiniciar el módem, cambiar el canal porque algún ser con sobrepeso vestido de verde oliva decidió caernos a muela en cadena o mover cielo y tierra —y sus zonas aledañas— para lograr algo tan simple como sacar un documento.
Pero durante todos estos años no nos ha faltado solamente electricidad, gasolina o papel higiénico. A pesar de tanto golpe, uno pensaría que aprendimos la lección, que no repetiríamos los mismos errores que nos condujeron a esta situación, pero lo cierto es que aún existen uno, o muchos venezolanos, que carecen de la más mínima empatía.
Hoy, en el día de los inocentes, vamos a hablar de Yoaibimar Daal. La chama venezolana que se grabó bailando en Times Square. Esa misma, la del video que se hizo hiperviral. Videos y selfies en Times Square los hace todo el mundo; ella subió el suyo bailando, troleando un poquito pero al fin celebrando la culminación de un largo y difícil viaje de más de 4.500 kilómetros que la llevó a ella y a su hijo, un niño discapacitado en silla de ruedas, a través del peligroso Tapón del Darién, uno de los trechos de selva más inexpugnables y peligrosos del mundo por donde muchos compatriotas se han arriesgado buscando la normalidad y la tranquilidad que se les niega en su propia tierra. Un simple video de celebración le trajo a Yoaibimar una oleada de comentarios de odio que nos demuestran todo lo malo que sigue viviendo en muchos de los nuestros.
Pero esto tiene precedentes, esto no es nuevo. Porque son los mismos comentarios racistas y clasistas que venimos escuchando desde mediados de los 80’s o inicios de los 90’s: “monos”, “niches”, “wirchos”, “marginales”… y pare usted de contar. Comentarios que quizás se dicen como chistes, pero que pegan duro en quien los recibe. Chistecitos que generan y perpetúan una división social que puede ser terreno fértil para que crezcan movimientos políticos como… bueno, como sea que se llame ahorita eso que nos cayó encima.
Sí, sabemos que esta no es la única razón para que aparezcan fenómenos políticos como el chavismo. Pero es sin duda un contribuyente importante.
No aprendimos nada luego de la aparición del chavismo y ese mismo clasismo se refleja hoy en día en las burlas hacia los que “hacen cola y no protestan”. O de los no pueden migrar en avión sino atravesando una de las selvas más peligrosas del mundo. O de los que no quieren que regresen “los malandros” que se fueron. Nos jactamos de haber recibido de brazos abiertos a todo el que llegó a nuestro país huyendo de sus problemas, pero no somos capaces de recibir a otros venezolanos en los países a los que emigramos.
¿Por qué será que luego de más de 20 años seguimos sin saber conciliar las divisiones entre nosotros que nos trajeron hasta acá? ¿Para qué seguir haciéndole el juego a quienes de verdad se benefician políticamente de estas divisiones? Pasamos buena parte del 2022 repitiendo que Venezuela “se arregló”, pero esto es algo que no va a ocurrir mientras los venezolanos no comencemos por arreglarnos a nosotros mismos.