Carta abierta del Chigüire Bipolar a toda esa gente que come chigüire en Semana Santa

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Carta abierta del Chigüire Bipolar a toda esa gente que come chigüire en Semana Santa

Escribo esta carta abierta desde la clandestinidad; primero, porque otra vez es esa época del año —¡otra vez!— y segundo porque no me alcanzó la plata para irme de vacaciones a ninguna otra parte.

De nuevo Semana Santa. De nuevo. Esa semana del año donde la Iglesia le prohíbe a su gente comer carne roja y ellos hacen trampa, comiendo chigüire. Jurando tontamente que a estas alturas del partido, con tanto Google y con tanta omnipresencia y con tanta omnipotencia, van a hacerle creer a Dios que el chigüire es pescado. ¿No forma parte de las creencias católicas que Dios creó a todos los seres vivos? ¿Qué creen ustedes, que ese mismo Dios al que ustedes llaman “todopoderoso” e “infalible” guardó la carpeta manila que dice “Chigüire” en la gaveta de “Peces”? ¡Bonita manera de ganarse el cielo!

¡No disparen, soy un venado!

En fin, no pretende esta carta abierta ser una discusión teológica, sino un llamado a sus conciencias. Esta es una semana en la que nosotros los chigüires vivimos en miedo. Miedo que se va transformando en pánico a medida que se acerca el Viernes Santo. Y la cosa se ha complicado muchísimo más desde que el chavismo está en el poder. Porque hace unos años nosotros con escondernos teníamos; la gente iba a los supermercados y compraba atún o pargo o sierra o pollo o espaguetis y listo. El chigüire era una comida rara, algo que sólo comía la gente del llano; pero bueno, ellos son así, se casan con sus primos, hacen cosas bien extrañas. ¿Pero ustedes? ¡Ustedes comían de todo! ¿Por qué este ensañamiento? Está bien, sabemos que ahora no podemos pedirles que vayan al mercado a comprar tomates o tocineta para hacer una Amatriciana o que se inventen unas croqueticas de atún, porque por culpa del comunismo nada de eso se consigue. Así que nos toca apretar el que les conté y tratar de pasar desapercibidos. Sólo nos queda ligar a tener suerte y no toparnos con alguno de ustedes, bárbaros desalmados.

¿Ustedes tendrían corazón como para dejar al pobre Yunior huérfano? ¿Eso los hace mejor cristianos?

En nombre de nuestra comunidad chigüire, les pedimos que le digan no al pisillo. Por esta innecesaria actividad, el año pasado perdí a Virginia, al tío Jesús, a Maíta, a mi Yeyeya, a Julián —que ya andaba cojito de un perdigonazo que le metieron en una pata en la Semana Santa 2015—, a Yoleida y a Jacinto. Eso sin contar a Edgar, que se fue a vivir a Canadá y ahora pide que lo llamemos “Edgard”. Edgar siempre fue muy pretencioso.

¡Ja, maldito Edgar, podrás ver a Radiohead todos los años, pero más nunca pudiste bañarte en un charquito!

En esta Semana Santa 2018, sé parte del cambio. Ustedes pueden ser la generación que terminó de una vez por todas con esa necedad de comer pisillo de Chigüire. En nombre de toda nuestra comunidad, muchísimas gracias.

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