Tío dispuesto a perder la mano con tal de generar explosión ruidosa en año nuevo que no le gusta a absolutamente nadie

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Tío dispuesto a perder la mano con tal de generar explosión ruidosa en año nuevo que no le gusta a absolutamente nadie

Si hay algo que aman los tíos venezolanos en diciembre es comer hallacas, preguntar por las novias y explotar fuegos artificiales aterrorizando a vecinos y mascotas por igual en el proceso. Esta última es una tradición que el señor Enrique Camacho, un comerciante divorciado de 47 años, piensa mantener viva aunque le cueste la mano, a pesar de que ningún otro miembro de la familia la disfruta.

Enviamos a nuestro pasante subpagado a pie hasta la residencia de Camacho, un corsa dos puertas estacionado en el edificio de su ex-esposa, donde defendió la importancia de esta tradición navideña venezolana: “Ay verga, carajito ¿cómo así que no te gusta la pólvora? Tú como que eres medio parchita, vale. Párame bolas, yo siempre le digo a los sobrinos míos, diciembre no es diciembre sin gaitas, totona y matasuegras, que es lo que se merecen esas coño e’ madres, dígalo ahí, ¿o te vas a ofender, cristalito? Nojoda. Es más, no hay nada más sabroso que explotar un King Kong de esos que te dejan casi sordo, ¿tú has escuchado esa vaina? Nojoda, explotan y ya, arrechísimo. Y si me toca perder la mano, pues la pierdo, ¿qué más vamos a hacer? Ni que fuéramos la generación de cristal que prefiere tener los diez dedos intactos y las mascotas sin infarto”, aseveró Camacho, mientras le metía un tumbarrancho encendido en los pantalones a nuestro pasante subpagado para celebrar el espíritu navideño. 

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