Ni-Nis denuncian que a esta hora aún no han abierto el 40% de las licorerías en Choroní

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Ni-Nis denuncian que a esta hora aún no han abierto el 40% de las licorerías en Choroní

Juan Carlos Álvarez, estudiante de Ingeniería de la Universidad Católica Andrés Bello y orgulloso Ni-Ni, denuncia a esta hora que el 40% de las licorerías en Choroní permanecen cerradas.

«La San Sebastián está cerradísima, dicen que ni siquiera le han llegado los materiales. La Ras-K-T tampoco abrió. Hago un llamado a los observadores internacionales, porque hemos podido constatar una serie de irregularidades que se están presentando el día de hoy. A esta hora del día, aproximadamente un 40% de las licorerías del pueblo no han abierto» afirmó Álvarez, visiblemente contrariado, mientras se vacilaba un culito que pasó frente al Malecón. «Podemos observar incluso colas de gente esperando pacíficamente para ejercer su derecho constitucional a comprar una caja de cerveza, pero creemos que esta Operación Morrocoy es parte de una conspiración para que no podamos hacer sentir nuestra opinión».

Arturo Castillo, compañero de clases de Álvarez, afirmó que hay una serie de hechos «muy sospechosos» que no pueden dejar pasar por alto. «Estábamos en la cola, esperando que abrieran la licorería San Sebastián, donde tradicionalmente compramos nuestra curda, cuando pasaron unos motorizados intimidándonos. Lo peor de todo es que ni siquiera los peñeros están trabajando hoy».

Para comprobar los hechos, nuestro pasante sub-pagado acudió junto a los denunciantes a Playa Grande, para tratar de hablar con los encargados de los puestos de comida, pero no quisieron respondernos ya que estaban muy ocupado friendo unos tostones. «Pilla, pana. Mírale el carómetro a esta gente» nos dijo Castillo, mientras gerenciaba una cava de cerveza con el Francisco. «Se les ve el temor en la cara, pero nosotros lo único que queremos es hacernos sentir. De aquí no nos iremos hasta que abran las licorerías, si es preciso dormiremos en la calle. Todo sea por la Venezuela que queremos. ¡Dígalo ahí, Alberto!» dijo Álvarez, mientras le tiraba un besito volado a la señora que vende lentes clavados en un anime.

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