Joven que maneja de madrugada respira aliviado al encontrarse con La Sayona y no con una alcabala de la PNB

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Joven que maneja de madrugada respira aliviado al encontrarse con La Sayona y no con una alcabala de la PNB

Al igual que el resultado de una prueba de embarazo, manejar de noche en Caracas te puede hacer sentir un terror parecido al de vivir en una novela de Stephen King. En el camino puedes encontrarte con alcabalas de uniformados que están dispuestos a sembrar, extorsionar, secuestrar, robar y torturar a sus víctimas, obligándoles a buscar la factura de una llave de cruz, y también con otras criaturas de la noche más inofensivas, como malandros, parqueros molestos o algunas ánimas errantes. Así fue el caso de Alejandro López, un joven que se encontró con La Sayona y respiró aliviado al toparse con un fantasma diabólico dispuesto a robarse su alma y no con una comitiva de la PNB.

López, quien para cualquier uniformado tendría una cara de ‘mariquito sifrino del este’, contó los detalles de su encuentro con La Sayona: “Chamo, la verdad es que cuando vi que algo me estaba parando a la derecha, me puse a paniquear, yo dije: ‘coño, me jodí’, de una pensé que me había agarrado la PNB para llevarme al Helicoide a hacerme toda clase de cosas satánicas. Pero fue más el susto que otra cosa, no era ningún paco, simplemente era La Sayona que estaba por ahí como Taylor Swift, buscando joder mujeriegos. Te confieso de pana y todo que me cagué, pero cuando vi que solo era La Sayona, se me quitó un peso de encima y tragué grueso. Se me pasó todo el miedo porque era nada más que un fantasma haciendo lo que hacen los fantasmas, vagando por ahí asustando a la gente y al final hasta la monté en el carro, hablamos un rato, me intentó seducir, pero no pasó más de ahí, bien pana la Casilda, me pidió la cola para seguir su misión en un burdel y yo seguí mi camino a casa. Menos mal que me la topé a ella y no a unos pacos, porque si no, quién sabe, capaz no te estaría contando esto, gracias a Dios y a la virgen que sigo vivo”, concluyó López mientras anotaba el número de teléfono de la Sayona en su ouija.

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