Jóvenes molestos porque vecinos intelectuales tienen a Mozart a todo volumen en la playa
Las vacaciones son tiempo de paz y descanso. Las playas se llenan de personas que buscan escapar del stress citadino, reencontrándose con la naturaleza; aunque a veces ese descanso se arruina con la presencia de abusadores, que molestan y fastidian a todos a su alrededor.
Tal fue el caso de Johnny Martínez, quien se fue con un grupo de amigos de la Universidad a la playa y vio como una muchedumbre de vecinos “intelectualosos” le arruinaron las vacaciones, al escuchar música clásica a todo volumen, fumar pipa y declamar poesía sin pena alguna.
Nos dirigimos a una playa en la península de Paria, donde obtuvimos declaraciones del mismo Johnny, quien levantando su voz para hacerse escuchar sobre la atorrante música, se mostró ofendido e impotente frente a la situación: “No joda mi pana, nosotros llegamos aquí y no había nadie, del carajo, la playa era para nosotros solos. Nos pusimos aquí tranquilitos con nuestra cavita, unas birritas, clavamos nuestra sombrilla y pusimos pura música fina en el iPod; eso sí, bien bajito, porque sabemos que la nota de la playa es relajarse, escuchar también las olas, el canto de las gaviotas, olvidarse un poco de todo ese peo”, sentenció Martínez mientras metía su basura en una bolsa. “De repente llegaron estos señores en una camioneta y se nos pusieron cerca. Mi amiga Maite medio maltripeó un poco, pero nosotros le dijimos que estuviera tranquila, que eran unos señores mayores. Estábamos seguros que vendrían a tripearse un librito en paz, como hacen los viejos pues».
Por supuesto, todo terminó siendo contrario a lo que esperaban Martínez y sus amigos. “Los señores de inmediato abrieron la puerta de atrás de la camioneta y comenzaron a escuchar Mozart y Bethoven a todo volumen. Yo nunca había visto una camioneta o un carro sonar así de duro, esa vaina ponía a vibrar el suelo, no te miento”. Mientras metía sus cosas en la maleta de su carro, Martínez continuó expresando su descontento: “¡Es un abuso, mi pana! No sólo fue lo de la música: si vieras como los carajos estos tenían la playa. Llenaron la arena de picadura de pipa y de conchitas de semillas de girasol; tiraban las botellas de brandy en la arena, hubo uno de ellos que creo que se metió al agua para hacer pipí, hasta botaron un libro de Chejov en el agua. Eso si fue de lo último, ahí fue que decidimos pararnos e irnos para otra playa, para evitar un peo también».
Y es que antes de irse, Martínez nos relató el encontronazo que tuvieron con los señores, cuando Maite fue a pedirles que por favor le bajaran un poco a la música y los señores le dijeron una vaina en francés. “Yo te juro que no sé que fue lo que le dijeron, pero coño, eso fue el colmo. A las mujeres se las respeta mi pana”, concluyó Martínez, mientras esquivaba montañas de bolsas de basura para llegar a un container vacío para arrojar su propia basura.