En un emotivo momento dentro de las instalaciones del Colegio San Agustín, Mario Hernández, conserje del edificio de secundaria, dio hoy un último adiós a los baños de varones limpios.

Intentando controlar el llanto, Hernández se despidió de las pocetas limpias, una por una: “A esta la llamo Patricia, por una novia muy linda que tuve hace años, mírala que hermosa, limpiecita, con su tapita intacta, con su fluxómetro pulidito. Y mira los urinarios, con el agua transparente, esos desgraciados ni a la palanca le dan, no tienen esos dos segundos que tarda tomarse ese detalle, la juventud está podrida hermano” sentenció el conserje mientras bajaba la palanca por gusto.

“Es que el urinario lo agradece compadre, estos carajitos salen de educación física y escupen los espejos, dejan los chorros de agua abiertos, un desastre. Fíjate que ya no se les puede poner papel toalé porque ¿sabes qué hacen? Hacen una pelota, lo mojan y lo zampan contra el techo, ¿qué necesidad hay de hacer algo así pana? ¿Qué necesidad?” se preguntó Hernández al momento de despedirse de las perillas de las puertas que no sobrevivirían al primer día de clases.