La noche del pasado viernes, un grupo de amigos se reunió en un conocido restaurant de Caracas para poder chatear por celular con otros amigos que no estaban presentes en el lugar.

Mientras todos miraban sus teléfonos en silencio, el mesonero llegó preguntando el plato que pedirían, pero ante la nula respuesta recibida, este se retiró. Minutos más tarde, uno de los amigos se levantó para ir al baño, ninguno del grupo levantó la mirada. Inesperadamente, la cocina del restaurant se prendió en llamas; el humo limitó toda la visibilidad del restaurante y el fuerte olor asfixió a varias personas presentes de las mesas cercanas. Pero el grupo de amigos permaneció hipnotizado por las conversaciones que mantenían en sus celulares por otros amigos.

Mientras las llamas y el calor casi consumían en su totalidad el lugar, Carlos, uno de los amigos, se percató de un tuit sobre el incendio del restaurant donde se encontraban. Así, le escribió a los otros amigos presentes en la mesa y todos reaccionaron. Se levantaron de sus sillas y se retiraron tranquilamente. A la salida, vieron como terminó de destruirse el lugar, pero no sin antes tomarle una foto y enviársela a otros amigos que no estuvieron en el accidente.