Racionamiento eléctrico en hospital del interior permite que caraqueña se alise el pelo
Denigrar de nuestro gentilicio parece estar de moda. Sin embargo, día tras día, la realidad se encarga de desmentir la supuesta decadencia moral del venezolano. Hoy, en un claro y loable ejemplo de solidaridad y desprendimiento, un grupo de pacientes del estado Yaracuy se sacrificó para que Carolina Ferrer, adolescente caraqueña de 15 años, pudiera ir a alisarse el pelo.
Un vocero anónimo del Hospital Central «Dr. Plácido Daniel Rodríguez Rivero», situado en la ciudad de San Felipe, estado Yaracuy, nos contactó vía teléfonica para darnos la buena noticia. «La verdad es que tengo un nudo en la garganta, discúlpenme, pero la emoción es muy grande. ¡Lo que ocurrió hoy en nuestro Hospital es algo demasiado fuerte, pana! ¡Tendrían que haber visto como Pedro, un paciente de 15 años, resistió estoicamente en la mesa de operaciones durante 3 horas y media, a que llegara la luz, para que Carolina se pusiera bien bonita! El pobre chamo ni siquiera pidió anestesia, se echó las tres horas a rin pelao, guapeando; creo que fue la misma adrenalina la que lo hizo resistir. Saber lo que arriesgaba y lo que sacrificaba, pero todo fue por una causa noble. Apenas llegó la luz, los médicos terminaron el procedimiento. En lo que abrió los ojos, dijo que esperaba que Carolina pudiera coronar esta noche, que ojalá haya quedado espectacular» comentó el galeno carabobeño, visiblemente emocionado, mientras recordaba que la planta eléctrica de ese hospital dejó de funcionar hace 2 años por falta de repuestos.
Historias como estas fueron la comidilla del centro hospitalario. «Yo casi me muero en el quirófano, Carolina, pero por ti bien vale la pena. Sabemos que tienes toda la semana deseando ir para esa rumba. Yo soy una madre soltera, de un niño de 8 años de edad; pero por él haría lo mismo» dijo la señora Rosa Fajardo, de 42 años de edad, que se estaba sometiendo a la extirpación quirúrgica de un tumor cuando sobrevino el apagón. Su compañero de cuarto, José Vaamonde, no tuvo tanta suerte. «Yo entré por emergencia con un disparo en una pierna, y cuando iban a sacarme el plomo, se fue la luz. Al final perdí la pierna, me la tuvieron que amputar, pero bueno, Caracas necesitaba la luz. Así son las cosas. Carolina, espero que hayas quedado radiante» dijo Vaamonde, mientras se sobaba el muñón de la pierna, con claras muestras de dolor.
Nuestro pasante subpagado llamó a Carolina, para conocer su impresión sobre el valiente desprendimiento de sus compatriotas, pero la joven se excusó, ya que dijo que no sabía ni siquiera adonde quedaba San Felipe y que a ella no le gustaba hablar de cosas que no conoce. «Ay no chamo, de Tazón pa’ allá esa vaina es monte y culebra, sorry. Además, tengo que dejarte, porque me estoy haciendo las uñas y no puedo estar usando el teléfono. Chao, chao, hablamos luego».
Según expertos en la materia, esta ola de sacrificios voluntarios y de noble desprendimiento tendría su origen en una campaña concientizadora del Gobierno Nacional, en la cual toman casos como los referidos en esta nota y los dan a conocer al público del interior del país. «Es necesario que todos los venezolanos y venezolanas que viven en la provincia del país aporten su granito de arena para que la situación en Caracas se mantenga digna» afirmó un vocero no identificado del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información, mientras le pedía a su familia, residenciada en el oriente del país, que se viniera a pasar «unos añitos» a la capital. «Sólo con la entrega de todos es que esta Revolución va a lograr poner a funcionar a este país»